Un
aspecto central de la salud y el desarrollo humano es
tener un sentido de la propia identidad y significado de
la vida.
Ser una persona
completa implica ser vital, pensante, creativo expresivo
y productivo con posibilidad de reordenar las propias
fuerzas afectivas y de ampliar el propio campo
existencial.
Pero por el
contrario, muchas personas no han encontrado en sí
mismas la raíz de su potencial psíquico completo, tienen
una identidad disminuida, bloqueada, o negada.
Millones de
personas (un 10 por ciento de la población mundial),
sufren de un trastorno hasta hace poco desconocido
llamado Trastorno de Identidad.
El Trastorno de
Identidad Disociativo, implica un fracaso en la
integración de varios aspectos de la identidad, la
memoria y la conciencia.
Este es el cuarto
más importante problema de salud mental a nivel mundial
(junto con la esquizofrenia, la depresión y la ansiedad)
y se da más en mujeres que en hombres.
Se relaciona con
experiencias traumáticas que pueden deberse a desastres,
guerras, torturas, etc. y abusos emocionales, físicos y
sexuales, padecidos sobre todo en la infancia. El 90 por
ciento de las personas diagnosticadas con TID tienen un
diagnóstico secundario de trastornos postraumáticos.
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